En mi sesión de nutrición holística acompaño a la persona a mirar mucho más allá de lo que come. Creo que la alimentación está profundamente conectada con las emociones, la energía y el estilo de vida, por eso me gusta trabajar de manera integral.
Comenzamos siempre con una conversación cercana, en la que escucho su historia, sus hábitos de alimentación, su descanso, la forma en que gestiona el estrés y su relación con la comida. También exploramos cómo se siente en su cuerpo, su digestión y su nivel de vitalidad.
A partir de ahí, observo posibles desequilibrios y patrones, y le propongo recomendaciones adaptadas a su realidad: desde pautas alimenticias conscientes y naturales, hasta pequeños cambios de autocuidado que puede aplicar en su día a día. No se trata de imponer reglas estrictas, sino de acompañar a la persona a descubrir un camino más amable y sostenible con su cuerpo.
Al final de la sesión, me gusta cerrar con claridad y motivación, para que la persona se lleve no solo un plan, sino también herramientas prácticas y la confianza de que es posible transformar su relación con la alimentación y consigo misma.
